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Protestas, alquileres y tensión: el lado oculto del turismo en España este verano

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Madrid, 16 de julio de 2025 — El turismo, motor tradicional de la economía española, se ha convertido este verano en una fuente creciente de conflicto social. Desde las calles estrechas de Barcelona hasta las calas idílicas de Mallorca, el descontento ciudadano ha llegado a un punto de ebullición: residentes que bloquean playas, pancartas con mensajes como “Tourist go home”, y escenas virales de turistas empapados con pistolas de agua en el barrio de La Barceloneta.

El fenómeno, conocido como “overturismo”, ha generado una ola de protestas ciudadanas en múltiples puntos del país: Madrid, Barcelona, las Islas Baleares, Canarias y otros destinos emblemáticos han visto nacer movimientos vecinales que denuncian la pérdida de calidad de vida, el encarecimiento del alquiler y la saturación de infraestructuras.

“No podemos ni hacer la compra en paz. Las tiendas solo piensan en los turistas, los alquileres han subido un 40% en dos años, y en agosto es imposible caminar por el centro”, explica Marta Ferrer, vecina del barrio Gótico de Barcelona.

Medidas políticas: de la protesta a la acción institucional

Ante el creciente rechazo social, las autoridades locales y autonómicas han comenzado a tomar medidas concretas:

  • Barcelona ha anunciado una prohibición total de los alquileres turísticos en viviendas particulares a partir de noviembre de 2028. La alcaldesa Jaume Collboni indicó que se cancelarán las más de 10.000 licencias actuales para dar prioridad a los residentes.
  • En Mallorca e Ibiza, el Govern balear ha comenzado a limitar el número de cruceros permitidos por día (máximo 3) y está planteando una tasa turística adicional en temporada alta, que podría llegar hasta los 12 € por noche.
  • Madrid está reforzando la inspección de apartamentos turísticos ilegales y estudia un tope de visitantes en barrios históricos como Malasaña o Lavapiés.
  • Tenerife y Gran Canaria han planteado directamente moratorias al turismo, con propuestas para frenar nuevas inversiones hoteleras y reorientar el modelo económico hacia actividades sostenibles.

¿Cambio de paradigma?

Lo que comenzó como un reclamo vecinal aislado se está convirtiendo en una revisión profunda del modelo turístico español, que representa más del 12% del PIB nacional. Organizaciones como Ecologistas en Acción y Arran piden ir más allá: limitar la llegada de vuelos low-cost, reducir los cruceros y apostar por un turismo menos invasivo.

Sin embargo, el sector hotelero y las plataformas como Airbnb ya han expresado su rechazo. La patronal turística Exceltur advierte que “estas decisiones pueden ahuyentar la inversión y provocar pérdida de empleos”, aunque reconoce la necesidad de “mejorar la convivencia entre turismo y ciudadanía”.

Un verano caliente, literalmente y políticamente

En un contexto marcado por las altas temperaturas, la sequía y la presión sobre los recursos naturales, el turismo masivo se ha convertido en un problema transversal: medioambiental, social y económico. Y aunque España sigue siendo uno de los destinos más atractivos del mundo, este verano parece marcar un antes y un después.

“No es que no queramos turistas”, dice un vecino en Palma de Mallorca, “es que no queremos sentirnos extranjeros en nuestra propia ciudad”.


Fuentes:

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